Seamos sinceros. Correr con calor no mola.
Pero claro, hacer series tampoco mola. Ni cuestas. Y las hacemos.
Entonces, ¿por qué cuando hace calor intentamos evitarlo? Pues porque la sensación es horrible.
En el mejor de los casos, solo sudas como un pollezno.
En el peor, te pesa el cuerpo toneladas, no te entra el aire, se te fríe el cerebro y te dan ganas de pasarte al ajedrez, que al menos se puede jugar con aire acondicionado.
Sin embargo, hay carreras que nos molan que son en época de mucho calor. Y en verano bien que nos gusta corretear sin tener que madrugar y, ¡zas!, ahí está el solano para fundirnos.
Dicho esto, ¿sabíais que el entrenamiento en calor tiene beneficios, por muy loco que parezca?
Bien hecho y planificado, te ayudará a aumentar tu hemoglobina y bajar la temperatura de tu core, lo que mejorará tu rendimiento.
Y sobre todo, te ayudará a que el sobrecalentamiento no tenga tanto impacto y así poder disfrutar más de correr los días que haga calor.
En unas pocas semanas, haciendo dos o tres sesiones semanales, puedes notar ya la adaptación.
La buena noticia es que se trata de entrenar con calor corporal. Es decir, que aunque fuera haga fresco, si te abrigas de más, o si entrenas en un espacio cerrado, puedes trabajarlo en cualquier época del año.
No suena tan mal, ¿no?
En caso de que quieras dar el paso y lanzarte al entrenamiento en calor, lo primero sería buscar asesoramiento.
Nada de ponerte doce sudaderas y encerrarte en la cocina con el horno encendido a hacer ejercicio o de salir a correr envuelto en plástico.
Y lo segundo, echarle un ojo a este cacharrito llamado Core, un sensor de temperatura corporal que te permite monitorizarte en tiempo real y controlar tus entrenamientos en calor para que sean seguros.
Y si no te hemos convencido, pues nada, tocará seguir evitando el calor en lo posible 😉